Hallux Valgus o juanete
El Hallux Valgus, juanete o bunión, es una de las patologías más frecuentes del pie, que se manifiesta como una protuberancia ósea en la articulación, en la base del dedo gordo del pie.
La denominación «Hallux Valgus», proviene de las palabras latinas que hacen referencia al primer dedo del pie (hallux), que sufre la deformidad al desviarse en valgo (valgus), es decir, hacia fuera.
1. ¿Cómo se manifiesta la enfermedad?
Además de la protuberancia ósea, puede presentarse hinchazón, callosidad, enrojecimiento o dolor alrededor de la articulación del dedo gordo del pie, afectando a la movilidad del mismo, así como a la incomodidad en el uso del calzado.
También pueden verse afectados los dedos menores, presentando ciertas deformidades.
2. ¿Cuáles son las causas de su aparición?
Actualmente, la comunidad científica considera que el hallux valgus es una patología multicausal, ya que los estudios que se han realizado en este sentido, han llevado a la consecución de diversas hipótesis sobre su causa.
Entre estas hipótesis, cabe destacar ciertos factores que, en menor o mayor grado, pueden influir en su aparición:
Factores anatómicos y genéticos:
- Tipo de pie: tienen más predisposición a sufrir juanetes aquellas personas que tienen un tipo de pie que se conoce como «pie egipcio» (el primer dedo del pie es más largo que el segundo dedo)
- Herencia de padres a hijos: el desarrollo de juanetes puede deberse a la herencia de la estructura o anatomía del pie, siendo este factor especialmente relevante para los casos de hallux valgus juvenil.
Sexo: Esta patología se observa con mayor frecuencia en las mujeres por dos motivos principales:
- Especiales peculiaridades de la morfología del pie femenino
- La hiperlaxitud ligamentosa que se produce generalmente en las mujeres y, en especial, en ciertas etapas de su vida como son el embarazo y la menopausia, donde aumentan los niveles de la hormona que determina la laxitud de los ligamentos, la relaxina.
Calzado: El uso de un calzado inadecuado, ya sea demasiado apretado o con una punta demasiado estrecha, también puede ser un factor clave en el desarrollo y progresión clínica del juanete.
3. ¿Cómo se lleva a cabo el diagnóstico?
El especialista llevará a cabo una exploración física del paciente, así como la realización de pruebas radiológicas que ayudarán a la clasificación de la patología.
En este sentido, la deformidad que sufre el paciente puede considerarse leve, moderada o severa, y en función de esto, se aplicará un tratamiento u otro.
4. ¿En qué consiste el tratamiento?
El tratamiento a seguir dependerá de que se trate de un Hallux Valgus leve, moderado o grave.
En el primer caso, es decir, durante los estadios iniciales leves, se puede llevar a cabo un tratamiento conservador para tratar de contener los síntomas. En este sentido sería recomendable el uso de calzado ancho y con poco tacón, espaciadores interdigitales y plantillas con un soporte en la zona medial y anterior, aunque lo cierto es que, con bastante probabilidad, a la larga el tratamiento definitivo sea el quirúrgico.
En el caso de hallux valgus moderados o graves, que conlleven afectación de la calidad de vida del paciente, se indica la intervención quirúrgica. Cabe destacar que existen numerosas técnicas quirúrgicas, por ello, es muy importante, acudir a un profesional con experiencia en este campo, que sea capaz de valorar correctamente las alteraciones anatómicas que se han producido en el pie, para realizar un diagnóstico adecuado del grado de afectación.


Una de las técnicas que se emplean preferentemente, siempre que el grado de afectación lo permita, es la técnica mínimamente invasiva. Entre sus ventajas cabe destacar que consiste en la realización de varias incisiones milimétricas, lo que implica la reducción de molestias y periodo de recuperación, ya que el postoperatorio suele ser apenas doloroso al realizar técnicas de bloqueo analgésico, que permiten al paciente una actividad considerable desde el mismo día de la intervención.
Sin embargo, si se trata de un hallux valgus de cierta gravedad, esta técnica puede resultar insuficiente e ineficaz, precisando en este caso, una cirugía abierta.

5. ¿Cómo se desarrolla el postoperatorio?
En general, se trata de una intervención sencilla, tras la que el paciente puede marcharse a su casa.
Desde el principio puede apoyar el pie, aunque deberá llevar un calzado especial durante un período de 4 a 6 semanas. Después se recomienda utilizar calzado ancho y cómodo.
La recuperación total del paciente, entendiendo ésta como la vuelta a la normalidad en la actividad deportiva, se prevé entre los 4 a 6 meses posteriores a la intervención.
Estos tiempos pueden variar en función del grado de deformidad y la mayor o menor complejidad de la cirugía.
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